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y les recomendó: «Miren lo que hacen; no soy yo quien ha hecho nombramiento de jueces sino Dios; y él estará junto a ustedes y los ayudará a ser justos cuando dicten sentencia. Teman al Señor. Ajústense a sus indicaciones. Porque entre los jueces que son de Dios no debe haber injusticia ni parcialidad. Tampoco deben aceptar soborno».

En Jerusalén, Josafat eligió a algunos sacerdotes, levitas y jefes de las familias de Israel para que administraran la justicia del Señor y resolvieran los pleitos del pueblo.

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